(variable 12), es propicio para esto, no hay control y la necesidad hace que las
personas que quieren acceder a ese espacio paguen coima para poder
hacerlo.
Las personas que están con sus animales esperan ser abordados por las
personas que quieren comprar, estas se acercan y preguntan el precio, luego
de tener esa información. Los que ofertan le incentivan a la compra,
hablándoles de las virtudes del animal, de su tamaño, edad, peso o lo que
potencialmente puede hacer con él. De hecho, en lo que se refiere a los
vacunos el macho es más cotizado porque dice lleva más carne en sus piernas,
la hembra tiene más cebo, a menos que se trate de una vaca lechera cuyo
precio es mucho más alto.
El precio de un toro o de una vaca fluctúa entre 400 y 700 dólares, en tanto
que una vaca lechera puede costar entre 1000 y 2000 dólares. Entre los
animales que están a la venta hay principalmente vacas y toros, terneros,
borregos, ovejas, cerdos, y un animal exótico: una vicuña o llama. De los
animales pequeños se ven: conejos y cuyes. Hay también gran variedad y
cantidad de aves, sobretodo gallinas, se ven en menor cantidad patos.
El esquema de competencia perfecta busca beneficio máximo para sí, según
el papel que juega en el mercado, estamos frente a un intercambio no
cooperativo (variable 3). Los motivos de compra son diversos: para el consumo
personal, como el caso de un señor que salía contento con su adquisición, un
cerdo de buen tamaño, por el que pagó 160 dólares, para servirse con la
familia el día domingo. Una señora que compró una vaca lechera con su
ternera, lo adquirió en 850 dólares, estaba lista para buscar un transporte que
lo lleve a su “terrenito”. Una pareja de chivos por el que se pagó 120 dólares y
cuyo destino es una unidad educativa en Ibarra. El intercambio realizado es
mercantil, su pago es de contado (Variable 7), el acto mercantil es voluntario
(variable 8).
Se pudo ver de la manera más clara cómo funciona el mecanismo de oferta
y demanda al observar a un señor propietario de nueve lechones, pequeños
pero bien dotados, los vendía en 60 dólares cada uno, pero tenía sus
condiciones particulares, todos o ninguno, como lo repetía: “todo o nada”. Una
señora que estuvo desde la mañana detrás del señor, fue quien finalmente
compró los cerdos, ella ofrecía 50 dólares por cada cerdo. Ambos, oferta y
demanda, se pusieron de acuerdo en lo que se puede llamar económicamente
precio de equilibrio: 55 dólares. El dueño bajo 5 dólares de su propuesta de 60,
y la señora, subió 5 dólares de su propuesta de 50. Llegando al precio que los
hizo llevar a cabo la transacción de compra y venta. Esto no fue el final, la
señora había comprado para vender, pero esta vez ella los vendía por
separado, había una restricción menos, de hecho se acercaban las personas a
negociar la compra de cada cerdito. El hecho de que todo mundo necesita
intercambios mercantiles para sobrevivir no implica que estos sean obligatorios,
es una necesidad no una obligación (variable 9).
Los conejos y los cuyes también eran vendidos en reventa y la persona daba
la información que se requería sin ningún celo. Decía que los conejos los
compro en 8 dólares y que los vendía en 11 dólares, con lo que se podía
deducir fácilmente la ganancia. Era un modelo de competencia perfecta clásico:
muchos vendedores, muchos compradores, libre información. De entre los
propietarios se pudo conocer los motivos de la venta, uno de ellos, hablaba de
que son lindos sus chanchos, que los tiene que vender “solamente porque