telemática y tecnológica. (Pagano, 2008) La figura del tutor en la modalidad a
distancia aparece para responder a las necesidades educativas en el ámbito virtual o
en línea, ya que el tutor, se convierte en un orientador (Sánchez, 2015). Sin embargo,
la figura del docente en la función educativa superior en la modalidad a distancia
presenta confusión entre los roles del autor académico y tutor pedagógico.
Autores como Gonzalo (2012) y García-Valcárcel (2008), mencionan que en la
modalidad a distancia las universidades declaran la existencia de dos tipos de tutorías
académicas: individuales y grupales, estas tutorías permiten reforzar algún contenido,
mejorar el rendimiento académico o brindar retroalimentación por inasistencia a
clases, a ello se suma García y otros (2015) indicando que esta tutoría académica
forma parte del proceso de acompañamiento y guía al estudiante durante todo su
proceso de formación incluida la elaboración de su trabajo final para su graduación.
La tutoría académica en la modalidad a distancia, se ha convertido en un
escenario de preocupación tanto para tutores como para directivos, esta situación
está asociada a dificultades que conllevan escasa interacción entre el personal
académico y el estudiante, espera de largos tiempos en recibir la retroalimentación
de tareas, evaluación, etc, poco acceso y uso de la tecnología, incomprensión de
tareas, dificultades en la obtención del material de estudios, entre otros (Hernández,
Tobón, Gonzalez y Guzmán, 2015). Este proceso de gestión de tutorías está
relacionado a cuatro dimensiones pedagógicas, administrativas, sociales y
tecnológicas (Ponce Ruiz, 2021)
En las carreras a distancia la tutoría académica presenta poca aceptación o
interés por parte del estudiante, se ha identificado a alumnos que al ingresar a la
tutoría académica dedican su tiempo a realizar actividades distintas, la misma
modalidad en su política gubernamental, no establece la asistencia a la tutoría
académica como obligatoria, lo que acarrea un ingreso bajo a la clase, así como la
escasa atención a la explicación realizada por el docente en tiempo real, con este
antecedente, se realizan las siguientes preguntas de reflexión: ¿para qué ingresar a
una tutoría si no va a atenderla?, ¿qué trata de dar a entender el estudiante al
docente?, ¿las tutorías realizadas no son de interés para el dicente?, ¿por qué el
estudiante cree importante, se vea su nombre en las clase en el aula virtual?, ¿cuánto
afecta al aprendizaje y lo evidencia en su titulación?
Estas interrogantes se confrontan desde los ámbitos docente, dicente, recursos
tecnológicos y desde el mismo curriculum. Si bien, el docente en la tutoría brinda al
estudiante pautas importantes para el desarrollo de sus actividades autónomas y lo
guía para el fortalecimiento de sus competencias además de suplir interrogantes en
la actividad presencial virtual, también es cierto que el estudiante puede autogestionar
su aprendizaje, a ello, Paulo Freire menciona “quien forma se forma y reforma al
formar y quien es formado se forma y forma al ser formado” (Freire, 1996) he ahí la
importancia de una tutoría académica, la misma práctica permite un aprendizaje
mutuo, duradero y gratificante para los actores docente y estudiante, pero para ello
es indispensable la interacción, la comunicación asertiva y aún más importante el
reconocimiento de saberes previos, estos involucran un proceso integral desde el
inicio hasta la finalización de su formación profesional (Obaya y Vargas, 2014).
A fines del 2019, la pandemia ocasionada por COVID-19, influyó en la educación,
más que en los procesos de enseñanza, tanto fue su impacto que el sistema educativo
dio un giro en el que las instituciones de educación superior tuvieron que cambiar o
modificar sus procesos de educativos. A ello este involucramiento y mayor uso de los
recursos tecnológicos trajo consigo la necesidad urgente del desarrollo de destrezas