La actividad lectora contribuye al desarrollo personal y a la construcción de una vida plena
mediante la concreción de logros. Vargas, et al., (2018, p. 33) conluyen:
La lectura expande tu vocabulario.
Leer puede mejorar las habilidades sociales.
La lectura aumenta la conectividad de tu cerebro.
Activa la memoria a corto y largo plazo, en especial la semántica y episódica.
Mejora las habilidades expresivas: escritura, ortografía y síntesis de conceptos.
La lectura ayuda a desarrollar las capacidades comunicativas para adecuarse a los
distintos contextos. En el campo de la educación, la actividad de leer mejora la pronunciación
de las palabras, fomenta el pensamiento crítico, perfecciona la expresividad en la lengua
hablada, etcétera. El simple hecho de fortalecer y fomentar el hábito lector dentro y fuera de
clases le permitirá al estudiante realizarse en todo sentido, es decir, la lectura convierte a un
aprendiz en un ser activo tanto en el proceso de enseñanza – aprendizaje como en su
compartimento dentro la sociedad.
La lectura debe volverse inherente a la vida cotidiana del ser humano porque desde esta
acción surgen otras actividades como la enseñanza, la crítica, la reflexión y la imaginación.
De acuerdo con Cabrera (2015), “la importancia de la lectura, (…) es un proceso cognoscitivo
que consiste en la interpretación de signos gráficos por medio de recreaciones mentales que
permiten ver lo que no está presente, es decir imaginar una realidad” (p. 77).
Ortografía: Definición
La ortografía regula la escritura correcta y convierte a un texto en un excelente medio de
comunicación. La ortografía es el aspecto principal de un escrito que refleja coherencia,
secuencia y destaca el mensaje que se quiere compartir.
La ortografía es parte fundamental en la redacción de todo documento, ya sea a nivel
educativo, literario, profesional, científico, artístico o de cualquier índole, por tal motivo,
las reglas y su aplicación que rigen las normas del idioma español, son determinantes
en la transmisión de ideas, pensamientos, criterios, opiniones, análisis, síntesis,
argumentaciones, otros; por lo tanto, ejercen un valor extraordinario en la recepción y
entendimiento transparente, claro y correcto de todos los escritos realizados por el ser
humano (Valdiviezo y Solís, 2016, p. 28).
“La palabra ortografía tiene origen griego y está formada por 4rtos ‘correcto’ y grapho
‘escribir’, por lo que su significado sería ’escribir correctamente’” (Carriquí, 2015, p. 6). En
este sentido, la Real Academia Española define a la ortografía como un “conjunto de normas
que regulan la escritura de una lengua” (2001). La comunicación escrita es un canal de
interrelación entre la población humana, y un aspecto principal de esta es la ortografía; que
representa la escritura de palabras, mismas que deben ser escritas correctamente para que
el receptor las pueda entender.
Ortografía y su proceso de aprendizaje
El aprendizaje de la ortografía siempre ha sido canalizado con la memorización de reglas y
repetición de palabras. Al menos estas alternativas de enseñanza han sido eficaces hasta un
cierto límite, ya que para un estudiante e inclusive para un adulto recordar más de 50 reglas
gramaticales es complejo, puesto que, la memoria es frágil y tiende a olvidar conocimientos
cuando ya no son puestos en práctica. Es por eso que el aprendizaje de la ortografía debe
ser más una experiencia antes que una memorización.
Por otra parte, “No podemos pretender que un niño de primer grado se aprenda todas las
reglas ortográficas, pero tampoco podemos permitir que un estudiante de undécimo año de
colegio carezca de ciertas reglas básicas de ortografía” (Ríos, 2012, p. 182). Entonces, la
memorización de las reglas gramaticales no asegura en su totalidad la escritura correcta de
las palabras, por ejemplo, se tiene entendido que los verbos terminados en -ger se escriben
con “g”, pero cuando escriben “tejer” también pueden escribir “teger” y esto puede darse por